Los sentimientos en la crianza de los
niñosSon tantas las veces que escuchamos que un niño o niña dice sentirse no querido. Y esto a pesar de que los padres lo quieran como a nadie en el mundo.
Cabe preguntarse cómo ocurre esto. Cómo se distorsionan o enredan tanto los mensajes para que lo que queremos transmitirles a nuestros hijos e hijas no les llegue.
Uno de los aspectos es el que discutiremos en esta ocasión: no siempre les decimos lo que sentimos de manera clara y directa. Es decir, muchas veces mezclamos las cosas y les decimos a los niños o niñas que no los queremos si se portan mal, que nos hacen sufrir sacándose malas notas, que su mal genio nos hace a nosotros ponernos tristes, etc. Cuando la verdad es que los queremos igual, pero tal o cual actitud o conducta de ellos nos desagrada, nos molesta, nos pone tristes o de mal humor y no somos capaces de expresarlo de manera adecuada. Lo que deberíamos decirle, y recalcarle al menor es que lo queremos igual, que nuestro cariño es incondicional y que por lo mismo queremos modificar esa conducta o actitud y se la señalamos.
Lo mismo ocurre cuando estamos tristes o enojados por algo que no tiene directa relación con los hijos y ellos nos ven y nos preguntan qué nos ocurre. Muchos padres - por evitarles una preocupación a los hijos - dicen que no les pasa nada, que tienen los ojos rojos porque les entró una mugre al ojo, o que no están furiosos con nadie ni nada, que es solo imaginación.
Entonces, los niños, que no son tan despistados, se quedan en silencio llenando su cabeza de fantasías respecto a lo que pudiera estarle ocurriendo a su madre o padre.
La fantasía de los niños por lo general supera la realidad y además como los pequeños son autoreferentes, creen que ese estado de los padres es por algo mucho más terrible que lo que realmente es y que ellos tienen alguna responsabilidad al respecto.
Es importante hacer partícipe a los niños de que todos tenemos distintos estados de ánimo en diferentes momentos y por diferentes razones. Que hay diversos sentimientos y que podemos compartirlos en familia, que eso puede hacernos sentir mejor. No se trata de contarles todo lo que nos sucede, pero si adecuar las respuestas y explicarles que tuvimos un mal día en el trabajo, que eso nos tiene más irritables, o que estamos tristes porque tenemos tal o cual problema, que estamos buscando soluciones, que los sentimientos son normales, que no se asusten.
La expresión de los sentimientos por parte de los adultos pasa así a ser un modelo para los niños. Muchas veces a los niños les ayuda saber que los padres, al igual que ellos, experimentan diferentes emociones. Que tener estas emociones y poder conversar sobre ellas es parte de la vida cotidiana. Que es normal sentir pena si nadie quiere jugar con él en el recreo, tener rabia si le pierden sus cosas, estar contento si lo invitan a un cumpleaños, sorprenderse si se saca una buena nota, asustarse si sueña con situaciones angustiantes. Que en fin, los sentimientos son parte de la vida y que expresarlos nos ayuda a que otros nos entiendan.
Pero de todo lo mencionado lo más importante es que no debemos olvidar nunca expresarles día a día, de una manera clara y directa a nuestros hijos, que los queremos tal cual son; que si tratamos de modificar algunas conductas o de mostrarles otro lado de una situación o actitud es porque realmente creemos que es en su beneficio, o sea que lo hacemos por el gran amor que le tenemos.
Hay veces en que la confusión de los sentimientos en los niños les dificulta su quehacer cotidiano. Algunas claves aparecen en el artículo Los padres y la disciplina, pero podemos agregar que:
# si un niño llora demasiado,
# si el malhumor es su estado más frecuente,
# si es un niño demasiado irritable,
# si tiene trastorno del sueño y/o de la alimentación, todo apunta a alguna dificultad que requeriría de mayor apoyo.
No debemos sentir vergüenza porque nuestro hijo requiere apoyo del profesor, del psicólogo(a) del colegio, o de otro. Debemos sentirnos orgullosos de estar abiertos a ofrecerles lo mejor que podamos a estos pequeños que son nuestra mayor fuente de esperanza y alegría.
lunes, 13 de abril de 2009
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